Con la elección de un papa procedente de un continente
en el que vive el 40% de los católicos del mundo, se inscribe también en la
tentativa de la iglesia católica de frenar el rápido avance de los protestantes
evangélicos en los países en vías de desarrollo, no sólo en América Latina,
sino también en África y en Asia.
Con 565 millones de fieles, de los cuales 107 millones
pertenecen a América Latina y el Caribe, los evangélicos representan poco más
un cristiano de cada cuatro en el mundo, según estadísticas validadas por
Sébastien Fath, del Centro Nacional de Investigaciones Científicas francés
(CNRS).
El clero católico, sumamente jerarquizado, ve aparecer
además ciertas iglesias pentecostales de manera espontánea, con fieles que se
declaran pastores.
“La Iglesia católica (1,200 millones de fieles), se
encontró en competencia con esos movimientos que le quitaban una parte de sus
fieles a partir de los años 80, en particular en África y América Latina”,
señala David Behar, del Polo Religiones del ministerio francés de Relaciones
Exteriores.
“En Guatemala, más de la mitad de la población, que era
católica en un 95%, se ha convertido al neopentecostalismo. En México, el
sentimiento de que el clero está demasiado estrechamente ligado al poder
político contribuyó a que los fieles se fueran hacia una iglesia más
independiente. En Brasil, un cuarto de la población” cambió de religión,
aseguró.
Según el experto, fue sólo a fines del 2009, durante
el sínodo de obispos de África en El Vaticano, que un cierto número de obispos
pudo exponer el problema que les planteaban esas iglesias, a raíz especialmente
del “proselitismo agresivo” de algunos de sus pastores.
Ante las derivas de algunas iglesias pentecostales, el
Consejo Nacional de Evangélicos de Francia (CNEF) publicó recientemente un
libro sobre “la teología de la prosperidad”, que hace una severa advertencia a
los pastores autoproclamados que prometen salud y riqueza material a cambio de
dinero contante y sonante.
Para la Iglesia católica, el rápido avance de los
pentecostales fue una oportunidad para hacer una autocrítica de su acción
pastoral y tratar de modernizar sus métodos.
Ya en el Concilio Vaticano II (1962-1965), la apertura
hacia el mundo de las comunidades nuevas marcadas por el renacimiento
carismático y la creencia en la influencia del Espíritu Santo, aparecía como un
eco a las iglesias pentecostales.
Fuente: AcontecerCristiano.Net
/ ChristianmusicRD
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