La frase en cuestión
(Deus seja louvado) fue incluida en los billetes brasileños en 1986 por
determinación del entonces presidente José Sarney y fue mantenida cuando en
1994 se lanzó la actual moneda, el real, por decisión del entonces ministro de
Hacienda, Fernando Henrique Cardoso.
La Fiscalía del
estado de San Pablo pidió que la Justicia conceda al Gobierno un plazo de 120
días para que los billetes comiencen a ser impresos sin esa frase. En la
acción, se argumenta que Brasil es un estado laico y, por lo tanto, debe estar
libre de cualquier manifestación religiosa, además de que la expresión
privilegia una religión en detrimento de otras.
El procurador
regional de los derechos ciudadanos, Jefferson Dias, autor de la acción,
explicó que la intención es proteger "la libertad religiosa de todos los
ciudadanos" y no favorecer sólo a los cristianos.
"Imaginemos el
billete con las siguientes expresiones: 'Alabado sea Alá', 'Alabado sea Buda',
'Salve Oxosí', 'Salve Lord Ganesh' o 'Dios no existe'. Con certeza habría
agitación en la sociedad brasileña por la molestia sufrida por los ciudadanos
creyentes en Dios", indicó.
Dias consideró que
"el hecho de que los cristianos sean mayoría no justifica la continuidad
de las violaciones a los derechos fundamentales de los brasileños que no son
creyentes en Dios".
El objetivo es
preservar la separación Iglesia-Estado; y ha generado el rechazo de algunos
grupos cristianos.
Las reacciones
en Brasil
Como era de esperar,
algunos grupos cristianos rechazaron la acción judicial. Aunque Jesús dijo que
se dé al César lo que es del César y no reivindicó imagen alguna religiosa para
las monedas, no todos los cristianos lo aplican de la misma forma.
Así, por ejemplo,
piensa Tilza Feliciano, dirigente de las Asambleas de Dios, una de las más
grandes organizaciones evangélicas de Brasil: "Nosotros estamos en contra
de eso, Dios tiene que ser alabado en todo momento y lugar". Por su parte,
la Conferencia Nacional de los Obispos,
que agrupa a la jerarquía católica del país, guarda silencio y no quiso
responder a las consultas de la agencia AP.
Sarney, actual
presidente del Senado, criticó la acción de la Fiscalía y dijo sentir pena por
las personas que no creen en Dios. "Necesitamos cada vez más tener la
conciencia de nuestra gratitud con Dios por todo lo que hizo por todos nosotros
humanos y por la creación del universo. De manera que no podemos perder jamás
el lado espiritual", opinó.
Según el censo de 2010, el 64,6% de la
población brasileña es católica, mientras que
un 22,2% se identifica como evangélica.
Fuente:
Protestante Digital
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